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Channel: leishmania – En busca de una segunda oportunidad
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¿Qué hago si mi perro tiene leishmania?

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Este grandullón es Rocko, un precioso labrador abandonado por su dueño a sus cuatro años de edad. Es un perro noble, bonachón y mimoso como buen labrador.

Me cuentan que se lleva bien con otros perros y se porta estupendamente en casa. Está castrado. Se encuentra en un pueblo de Cádiz pero se envía a cualquier parte de España.
El adoptante deberá costear gastos veterinarios y de envío.

Contacto: huellasgaditanas@hotmail.com (poned en el asunto: ROCKO)

Rocko Rocko1 rocko2

¿Por qué aún no ha sido adoptada esta belleza? Una raza de moda, aún joven, buen carácter.. pues porque tiene leishmania, esa enfermedad de la que ya hay vacuna y de la que os hablaba el otro día.  Pero la tiene controlada. Mi perra la tiene desde que la adopté, y es ya una ancianita de 14 o 15 años en perfecto estado de revista. En las imágenes, tomadas este otoño, la podéis ver disfrutando de la pelota.

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Por mucho que ya haya vacunas,  puede ser que acabes teniendo en casa un perro con leishmania. Todos los años, una vez pasado la temporada de calor, viene bien hacer una analítica a nuestros perros para asegurarnos de que está libre de este mal tan común. Y a veces hay sustos que, al pillarse a tiempo, tienen remedio. Incluso es posible que tengas el buen sentido de adoptar sin miedo uno que ya la tenga. ¿Qué hacer si en el control anual de la leishmania da positivo o si adoptas a un bombón como Rocko?

Pues muy sencillo, si la tiene controlada y sin síntomas hacer un par de analíticas anuales para asegurarse de que la cosa sigue así y que si se activa se puede reaccionar a tiempo. Y si la enfermedad se activa, pues seguir las recomendaciones del veterinario, que normalmente será poner en tratamiento al perro hasta que las aguas regresen a su cauce. Nunca sacrificar, nunca abandonar.  Sí, un animal con leishmania supone cierto gasto veterinario extra al año, pero no es tanto y merece la pena. Es un miembro de nuestra familia.

A mi perra hemos tenido que darle tratamiento cinco veces, pero ahí está, feliz y sin síntomas llevando una vida normal, sana como una manzana y con ganas de jugar como una cachorra cuando encuentra a un perro que le cae bien.

No hay que tener tanto miedo a la leishmania, de verdad.


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